Una mano de solidaridad, nacida desde el corazón, hacia personas con necesidades

Desde hace poco más de seis años, Uriel Fernández Solórzano aprovechó que su vida laboral y empresarial era próspera, razón por la que decidió entregar su diezmo retribuyendo a personas que habitan o trabajan en la calle una alimentación, como una manera de sentir el llamado que tenía en su corazón.

Vecino de San Ramón, Uriel asegura que esta idea viene en la sangre más que todo. “Iniciarlo siempre estuvo en mi vida, siempre ayudando mientras yo podía, lo que pasa es que la billetera no daba tanto.  Hace como unos 6 años me empezó a ir bien, entonces empecé a dar donaciones en efectivo y diarios”, recordó.

Según dijo, cuando llegó la pandemia se le vinieron abajo los negocios, pero siguió dando comida, cocinando para quienes lo necesitan. Lo hizo utilizando siempre su diezmo mío, pero calladito, hasta que definitivamente por la pandemia tuvo que dejar de hacerlo. 

“Empecé otra vez en la tienda, siempre sacaba el diezmo y entregaba. Por acá como estoy en el centro, 50 norte del ICE de San Ramón, pasa mucha gente pidiendo; entonces yo no le daba dinero sino una bolsita de arroz o de azúcar”, destacó. 

Así lucen los almuerzos que Uriel Fernández comparte con persona que habitan o trabajan en la calle.

Afirma que decidió hacer comida y llevarle a gente que habita en la calle, pero se encontró que además de indigentes estaban también los que cuidan carros en el día y los que cuidan carros en la noche.

“Hay algunos muy buenos y algunos no tanto, pero en el día los que vienen a pulsearlo son más que todo gente que viene saliendo de la cárcel que no le dan un lugar para trabajar, entonces agarran 100 metros y cuidan carros, me encontré con ellos, escuché historias de todo y empecé a darles a ellos. ¿Por qué? Porque a veces ganan bien, a veces no”, dijo.

Relató que las personas le dicen: “Uriel, por lo menos tenemos que sacar 3 mil colones que es lo que nos cobran para ir a dormir en tal lado, donde un señor que los cobra ahí por dormir. A veces no lo sacan, entonces tienen que dormir en la calle.  Yo sé que acá en San Ramón hay un lugar donde les da dormida la Municipalidad, pero si no llegan a las 7 de la noche ya no pueden dormir”, añadió.

Según dijo, empezó a cocinar y a llevarles, pero ya no le alcanzaba. Al principio eran sólo 2 días por semana.

“Me buscaban para comidas y yo no podía, ya el bolsillo no me daba, además de que las ventas bajaron, entonces un amigo que es con el que yo ahora más o menos trabajo en esto me dijo, Uriel póngalo en Facebook y yo le dije es que yo no hago esto para que me vean, pero él me dijo, póngalo en Facebook, porque hay mucha gente que te puede ayudar”, explicó.

Detalló que comenzó a publicarlo en Facebook. La gente comenzó a darse cuenta de que las comidas que hace son deliciosas, no son para salir del apuro, no es una comida mala.

“Yo la hago solo, nadie me ayuda.  Tengo el horario full, porque yo a la tienda entro a las 8 hasta las 7 de la noche, además vendo tiempos y hago rifas y hago de todo, pero siempre hay un momento para esto. Al ponerlo en Facebook me están ayudando mucho. Ahora es de lunes a sábado que yo entrego comidas todos los días sin fallar porque me están dando bastante apoyo los amigos y gente que me conoce en Facebook”, relató.

No es una institución ni un proyecto

“Esto no es un proyecto, la gente me pregunta, ¿cómo es?, ¿queremos saber sobre su institución, lo haces por una religión? No, esto no es un proyecto y no es por una religión, es el diezmo que yo siempre he sacado, es el diezmo de las ventas de la tienda, entonces no es un proyecto, no es algo nuevo, mucha gente me dice que linda iniciativa, o sea no estoy iniciando yo tengo años de estar en esto, estoy iniciando, pero en Facebook digámoslo así y he tenido una muy buena respuesta”, destacó.

Recalcó que su aporte no está ligado a ninguna religión. “No quiero salvar a nadie, ni llevarle religión a nadie, de hecho, ellos mismos son así como muy quitados, porque tal vez alguien les lleva un bocado y le dicen mira te voy a enseñar sobre Dios y aquí y allá. Yo lo hago de corazón, lo entrego, les brindo mi deseo de bendiciones, que tengan muy buen provecho. Les digo que yo mismo hago la comida”, aseguró.

Añadió que les dice al entregar los alimentos: “todos los días les digo algo diferente, les entrego y les digo: mira hice este picadillito espero que les guste, hoy el gallo pinto quedó delicioso, hoy les preparé esto, siempre les digo algo así”.

La ayuda de donantes es fundamental para llevar comida a las personas.

Sobre el financiamiento reiteró que se inició con el 10% de las ventas, incluso cuando las ventas bajaron y ya no le alcanzaba para hacer almuerzos a veces compraba los almuerzos también.

“Los compraba a un amigo que me los vendía en mil colones, entonces les compraba unos 10 almuerzos y los repartía, pero era 2 veces a la semana.  Ahora que yo estoy cocinando un almuerzo rico, rico, delicioso, a mi me sale como en 400 colones, entonces imagínese, ya puedo dar más almuerzo de los que daba antes”, detalló.

Su labor humanitaria la está haciendo de lunes a sábado para poder descansar el domingo, porque es saludable descansar. Él cierra la tienda a las 7, y cuando llega a su casa su madre le pide que descanse un poco, pero para mi esto no es cansado.

“Yo llego a la casa, pongo los frijoles, hago el arroz un día antes, ya como a las 10 u 11 de la noche me voy desocupando, cuando son picadillos si es más tedioso.  Luego me levanto a las 5 de la mañana, empiezo a prepararlos, me los traigo y acá en la tienda tengo un horno de microondas que me ayuda porque entonces, yo voy calentando de 2 en 2 y voy repartiendo. Sin embargo, el horno ya no está en tan buenas condiciones”, describió.

Explicó que las personas que se benefician tienen horarios diferentes, algunos llegan a la tienda, a otros se los va a entregar y un amigo va a repartir en moto también. 

Una paz y alegría interior

“El sentimiento que me genera es un nudo en la garganta. Me encanta, me encanta ver videos de gente ayudando y me pongo a llorar, para mi ayudar es algo genial.  Lo puedo hacer, hay gente que no lo puede hacer, mucha gente llega aquí y me dice mirá Uriel, te traigo esto: arroz, frijoles, aceite, porque sabemos que usted lo hace y nosotros no podemos”, recordó.

Señaló que ha invitado a la gente a que haga lo mismo. “Un día de estos posteé que si están haciendo el almuerzo hagan un platillo más y que salga, en todos los barrios hay alguien que tiene hambre y más ahora. No estamos hablando solo indigentes sino personas normales, a veces no tenemos para una comida digna, entonces también los he incitado a esto”, aseguró.

Para Uriel, el tema de hacer entrega de un diezmo no es solamente algo relacionado con la práctica de un credo religioso.

“El mensaje ya lo he puesto en redes: saquen el diezmo de sus ventas, de su trabajo, entréguenlo. Mucha gente se escuda en que si le damos el diezmo a un pastor es para que se haga millonario el pastor. La gente también dice si le doy dinero a un drogadicto es para la droga; yo les digo demos el diezmo, lo que suceda con el diezmo ya no es cosa de nosotros”, afirmó.

Agrega que, desde su creencia, él ayuda a personas que lo necesitan. Un almuerzo se lo da a un indigente y si esta persona toma el almuerzo, se lo lleva y lo vende por ahí para ir a drogarse o algo así ya eso es cosa de él.

“Todos tenemos vicios, eso no hay que criticarlo, eso no se critica jamás, llegar y decir como vamos a ayudar a alguien que agarra el dinero para tomar guaro, la mayoría tenemos un vicio, ya sea el cigarro o ir y tomarse una cervecita. Yo vivo feliz ayudando a gente con menos posibilidades, ese es el lema mío, porque yo tengo un vicio, pero me lo puedo costear entonces nadie habla sobre mí, en cambio como ellos no tienen las posibilidades de sentarse en una barra tienen que andar tomando pachitas ahí en la calle, por eso no hay que criticar. Yo cumplo con entregar, allá ellos si lo disfrutan, que estoy convencido sí los disfrutan, los he visto comiéndoselo”, puntualizó.

Relató que está preparando de 15 a 20 almuerzos diarios, a veces 25 por día. Explicó que no es siempre las mismas personas. Hay gente que siempre llega de fijo, son unos diez. Los demás los entrega por el mercado, donde casi siempre hay gente diferente.

Anécdotas hay muchas

Uriel asegura que las anécdotas son muchas. Van desde escucharlos hablando sobre que reunir 3 mil colones para ir a pagar donde dormir o algunas anécdotas de la cárcel o del tiempo de estar en la calle.

“Un día uno me dijo: tenía tiempo de no comer un gallo pinto como lo hacía mamá. Hay tantas cosas que a uno le pegan en lo emocional, pero hay que hacerse el fuerte. Eso sí, el compa que me ayuda a mí me ha dicho Uriel trate de no involucrase, porque también ellos empiezan a sacar plata y a sacar plata entonces trato de no involucrarme, pero uno también es ser humano, si duele”, dijo. 

Según dice, le duele ver que otros traten mal a las personas de la calle. “Un día pasé entregando comidas y uno de ellos, ya bastante mayor, llegó y les pidió dinero a unas muchachas, ellas eran dos y de una vez se quitaron. Lo vieron como lo peor y ni siquiera le respondieron. Aquí en San Ramón es así. De hecho, uno de ellos que llegó desde San José me dijo: que feo, aquí uno saluda a las mujeres y las mujeres lo ven así, como por encima del hombro. Yo le dije no es eso, es que aquí asaltan mucho, aquí hay muchos problemas, entonces todo mundo está, así como arisco, no es el San Ramón de antes”, narró.

Agregó que a este hombre que ellas despreciaron le dijo no tenía dinero, pero le podía dar un almuercito. “Me dijo muchísimas gracias, usted no sabe ya porque uno está viejo y así nadie lo ayuda. Ahí fue donde me caló un montón y me dije tiene toda la razón. Aquí no pueden ver a una mujer pidiendo porque todo el mundo le da, a los niños todo el mundo les ayuda, pero a los viejos o borrachos que se ven en la calle todo el mundo se les quita, nadie les ayuda.”, concluyó.

La ayuda que brinda Uriel también involucra a los animales que deambulan por la calle.

Uriel aseguró que con el diezmo también compra comida para animales que también deambulan por las calles. En la tienda siempre tiene, principalmente en la acera, alimento para perros, palomas y para pájaros. De vez en cuando sale a repartir y deja en algunas esquinas.

“También me han donado alimento para perros.  La gente cuando ocupa algo la gente me dice, entonces yo empiezo a recoger.  Igual cuando estuvimos en lo más fuerte del Covid, empecé a recoger, compraba vitamina C, suero líquido porque yo viví eso y a mí me daban. Cuando yo estaba en la casa solo, me mandaban suero y uno no se puede ni levantar ni siquiera para hacerse un suero.  Entonces yo recogía suero líquido y lo entregaba”, finalizó.

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