El campo tiene valor en turismo

Lic.  Luis Carlos Palazuelos Irusta

asesorias@allcostaricaadventures.com

 Asesorías  Adetur

Fotografía de José David González, Primer lugar en la categoría Manifestaciones culturales, II Concurso de Fotografía Turística de Naranjo
Fotografía de José David González, Primer lugar en la categoría Manifestaciones culturales, II Concurso de Fotografía Turística de Naranjo

El turismo no es uno solo cuando nos detenemos a conocer sobre la materia, ya sea por curiosidad o por estudio, aprendemos que hay muchas modalidades o tipos de turismo. Algunos autores señalan que podrían haber más de media centena de tipos de turismo. Sin compartir plenamente muchas de esas clasificaciones, nos gustaría poner solamente algunos ejemplos antes de entrar en materia. EL turismo se puede clasificar según el objeto de interés, por ejemplo: aves, vino, hongos, café; según la actividad que se desarrolle: pesca, descenso por cataratas, caminata; según el lugar donde se desarrolla: playa, bosque, el campo.

Es precisamente el campo, el lugar donde se desarrolla un tipo de turismo denominado turismo rural.

El campo no necesariamente tiene un gran atractivo natural como altas cataratas, profundos cañones, ríos turbulentos, bosque primario o playas de arena dorada. Sin embargo, el campo entre sus atractivos cuenta con una forma de vida y con manifestaciones culturales que se constituyen en atractivos para algunos turistas.

Evidentemente no todos los turistas tienen las mismas preferencias y es evidente que algunos más que otros pueden ser quienes se interesen por ordeñar vacas, recolectar café, cocinar gallo pinto y palmear tortillas, sembrar yuca, alimentar un horno de leña, bailar el punto guanacasteco, etc.

Para una persona que vive en una gran ciudad donde hay cemento, vidrio, metal, mucho tráfico vehicular, ruido, luces de neón, centros comerciales y comida enlatada, empacada o deshidratada, la experiencia de vivir en el campo es definitivamente como la de un viaje a otro planeta.

Queremos enfatizar entonces que, los esfuerzos para promover el turismo rural no pueden ser los mismos que se usan para atraer a turistas en busca de aves, de ríos caudalosos, de tabla de surf, etc. Los clientes interesados en el turismo rural no residen en los mismos lugares donde residen aquellos que acabamos de mencionar, aunque podrían coincidir, pero de igual manera la oferta tampoco puede apuntar hacia el mismo tipo de cliente que se disputan los operadores de rafting, de birdwatching, de canyonning, etc.

Ofrecer turismo rural requiere una oferta seria, de calidad, profesional, y debe hacerse por los medios y en los lugares donde se encuentran sus potenciales clientes.

Establecido que el turismo rural pone en valor los atractivos del campo, parecería que se trata de una historia romántica donde todo es color rosa; sin embargo, es necesario hacer una precisión muy importante: el turismo rural beneficia a los prestadores de servicios locales sin ir más allá. Entonces, ¿por qué no estamos tan satisfechos con esa práctica (modalidad de turismo)? En lo personal, creo que lo que mejora la anterior modalidad, es el turismo rural comunitario.

Siendo mucho más claros, si el turismo rural beneficia al campo (a lo rural) y a los prestadores de servicios turísticos del campo, el turismo rural comunitario también beneficia a los prestadores de servicios turísticos del campo pero también a la comunidad. ¿Cómo sucede esto?

El turismo rural en su esencia, constitución o estructura, depende de las iniciativas empresariales de quienes no necesariamente viven en el campo y quienes no precisamente invierten sus ganancias en ese lugar; se trata de empresas de turismo de otros sitios, también de otros países, que destacan los atractivos del campo y benefician a quienes les proveen servicios. En cambio, el turismo rural comunitario está establecido por emprendedores de la comunidad que pagan obviamente a los prestadores de servicios del lugar pero que idealmente invierten las ganancias en su propia comunidad, es decir, el beneficio es doble.

En el desarrollo de las actividades turísticas, fueron los empresarios ajenos a las comunidades rurales quienes impulsaron servicios locales a partir de los atractivos del campo y también por la demanda de sus consumidores provenientes de centros urbanos. Luego, las comunidades rurales se dieron cuenta que el turismo es una fuente de riqueza y que con algo de capacitación, y muchas veces puro instinto, se animaron a ser ellas mismas las protagonistas principales del que se llama turismo rural comunitario.

Respetuosos de la libertad económica de los individuos, afirmamos que sea una u otra modalidad de turismo que hemos descrito, puede haber una convivencia sin conflicto; sin embargo, cuando tomamos consciencia de la repartición de beneficios, principalmente económicos, las comunidades ganan más cuando son ellas quienes asumen la iniciativa y entran en la oferta turística de la mano de pequeños empresarios locales dispuestos a compartir la cultura y la naturaleza que encierra el campo que los rodea.

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