Lisímaco Chavarría Palma
(Acróstico)
Luchaste, con tesón, eres digno de admiración
Inmensos son tus dones y carismas, con tu ejemplo nos animas
Siempre , te recordamos, mucho te amamos
Ir tras de ti quisiera, que tu sombra me envolviera
Marchaste, de este mundo, y nos dejaste amor profundo
Altares, llenos de recuerdos, para los que son cuerdos
Conociste, los misterios de la vida, que nos curó la herida
Océanos, de querubines, que entonaban los violines.
Cimientos, inmortales, que nos calmaron los males
Himnos, metafísicos y astrales, que fueron buenas señales
Alabaste, los misterios de Natura, porque tenías el alma pura
Volaste, hacia lo misterioso y eterno, Dios te salvó del averno
Alma, misteriosa y eterna, que sí vale la pena
Reías, en el dolor y el llanto, te iluminó el Espíritu Santo
Rosales, en flor, que te llenaron de amor
Instaste, al mundo, a la poesía, muy llena de filosofía
Animabas, a la Humanidad, a vivir en unidad.
Pasaste, de esta vida terrena, a la vida eterna
Alzaste, tu vuelo, de acá del suelo, hacia el cielo
Luz, que iluminaste el universo, en cada verso,
Marchaste, feliz y contento, en ti no había lamento
Así, estaba decretada tu misión, la cumpliste de corazón.
Francisco(Paco) Artavia López.
CARRETERA SI, CONCESIÓN NO
Pueblos unidos de Occidente
con fervor patriótico
caminando las calles con un solo clamor
bajo este cielo azul que nos cobija
y el sol ardiente de mediodía
pero empuñando nuestra bandera
dejando luchas a nuestro paso
y gritando a todo pulmón
hasta agrandar nuestras gargantas enfurecidas:
CARRETERA SI, CONCESION NO.
Exijimos al gobierno
respeto por Costa Rica.
¡Somos mansos, no mensos,
menos cobardes, ni domesticados!
Si tenemos que detener a los mancilladores
a cualquier precio lo haremos
porque somos ticos de corazón:
CARRETERA SI, CONCESIÓN NO.
María Adelina Chavarría Ruiz.
Poema 72 (Soneto 1)
Mientras se lamentaba de un dolor de cabeza,
llegó el recuerdo de aquella mujer extraña y lejana,
su mente la devolvió al primer plano con sutileza,
pudo ser tan feliz, mas hoy no tiene un mañana.
Intentó por donde pudo, no logró sacarla de su mente,
no moría el recuerdo de aquella, a quien pudo dar la vida,
aquella a quien quiso dedicarle tanto, tan profundamente,
que por ese hecho la perdió, ahora es una desconocida.
¿Será él el culpable, por quererla demasiado, por amarla
al punto de la locura, de la ansiedad, por querer atarla
a su mente, para tenerla atrapada en sus pensamientos?
Ella no soportó ese amor desquiciado, de un hombre,
que la amó con ternura, con pasión, con deseo, con hambre.
Amor verdadero que murió, plagado de sentimientos.
Juan Carlos Zúñiga Fernández
El patito rojo
Cierto día mamá Gallina, después de poner muchos huevos, se sentó sobre ellos con mucho cuidado y paciencia, para calentarlos y así lograr que nacieran muchos polluelos. Pasaron los días y mamá Gallina estaba muy preocupada, ya que tenía que cumplir con muchas responsabilidades en el gallinero: levantarse temprano, limpiar el nido y ponerse muy bonita, además de cuidar a Fofi, el patito rojo, que desde hacía algún tiempo, había llegado a ese lugar, triste, con hambre y frío. Y como mamá Gallina tenía un corazón muy noble, en cuanto lo vio en esas condiciones cuidó de él, brindándole los cuidados que requiere un patito de su edad. Sin embargo Fofi es un patito muy inquieto y desobediente, llegando en muchas ocasiones a preocupar a mamá Gallina, pues se va a explorar quién sabe qué cosas, lejos de la granja, ya que se interesa por todo lo que lo rodea. Cierto día se le ocurrió abrir un panal de abejas, para ver cómo era por dentro. Las abejitas, para defenderse de tan tremendo ataque, lo picaron intensamente por todo su cuerpo y Fofi volvió al gallinero llorando y asustado. Otro día se subió a un árbol y no se pudo bajar, teniendo que llamar a los bomberos para que trajeran una escalera y poder rescatarlo. En otra ocasión, se acercó a un muro muy alto y cuando estaba a punto de caer, mamá Gallina corrió a ayudarlo y lo llevó de un ala hasta la casa. ¡Pobre mamá Gallina! Por suerte que ahora el perrito Bobi le ayuda, siguiendo a Fofi por donde vaya y ladrando cuando está en peligro.
Xenia Campos Montero.
Docente Preescolar Escuela Laboratorio.