Alejandro Evaristo
Corresponsal en México
Enclavado en el estado de Guanajuato, San Miguel de Allende es un sitio en el que resaltan las construcciones barrocas, como el Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco y la parroquia de San Miguel Arcángel; además, su papel e historia fue fundamental en la lucha de Independencia. San Miguel de Allende fue fundada en 1542, es una ciudad de artistas, repleta de galerías y tiendas donde se exhiben las obras de artesanos y artistas locales e internacionales que forman parte ya de los afortunados pobladores. Cuenta con una desarrollada infraestructura turística, con hoteles y posadas, restaurantes clubes nocturnos y cafés, para todos los gustos y niveles económicos.
La ciudad cuenta con muchos atractivos tur´siticos, como el Museo Histórico Casa de Ignacio Allende; la Sanmiguelada, que recrea la tradicional pamplonada española con un encierro de toros en pleno centro de la ciudad; el orquideario en la calle Sto. Domingo para apreciar cientos de especies de estas hermosas flores, y el Charco del Ingenio y el Jardín Botánico El Cante, una reserva natural de 100 hectáreas que se encuentra a sólo algunos minutos del primer cuadro.
Pero una de sus más ricas y divertidas tradiciones es el festejo a San Antonio de Padua, un franciscano de origen portugués, sacerdote y doctor de la Iglesia, reconocido entre el catolicismo por facilitar a los fieles, especialmente a las mujeres, la posibilidad de que el amor llegue a su vida. Él es el responsable, dicen sus seguidores, de que una chica se encuentre con su pareja ideal, pero solamente si le honran, rezan y hacen la petición poniendo la imagen del santo, “de cabeza”.
Como sea, el asunto es que cada 13 de junio, algunos barrios de esa hermosa ciudad se visten de fiesta, literalmente.
La gente adorna con cintillas de colores las calles y callejones empedrados del barrio de San Antonio, aunque ya la fiesta se ha extendido a otros puntos. Cada familia prepara vistosos carros alegóricos y elijen un tema para disfrazarse: monstruos, animales, personajes infantiles y hasta políticos.
Cada máscara y atuendo suma puntos a la diversión de chicos y grandes; recorren la ciudad acompañados de bandas musicales que aportan de sí al jolgorio y la fiesta nace entonces: caminan, bailan, juegan con los asombrados visitantes que se aglomeran en las calles, plazas y balcones para disfrutar del espectáculo. Los pequeños son los más felices, cada cuadro participante arroja puñados de dulces que los niños tratan de atrapar en el aire en medio de una deliciosa lluvia de colores y caramelos.
Por lo menos hay 3 mil personas en el recorrido y otros miles más atestiguan el paso de “los locos”, como se les conoce por el actuar y el danzar. De ahí el nombre con el que es conocida la fiesta de San Antonio de Padua en San Miguel de Allende, un lugar en que el romanticismo, las bellas artes y la naturaleza se conjugan para ofrecer una estadía inolvidable a propios y extraños, el Paseo de los Locos.