

Lic. Luis Carlos Palazuelos Irusta
Master en Turismo
asesorías@allcostaricaadventures.com
Hace algún tiempo atrás, un presentador de televisión dedicado a mostrar destinos turísticos en América del Sur, comenzaba uno de sus tantos y tan reconocidos programas en los que parecía el ingreso a un bosque (un espacio abierto, plano y sin vegetación delante de un lugar arbolado). Las palabras de apertura fuera algo así como “…vayamos entonces con todos nuestros sentidos a explorar este magnífico lugar”.
Con semejante invitación, nos dispusimos a presenciar un viaje imaginario donde todos los sentidos estarían en acción. Lastimosamente, la invitación era solamente unas líneas de apertura del guion de programa. Más allá de los adjetivos calificativos positivos y de las vistas evidentemente admirables, no hubo mayor referencia a las experiencias olfativas, auditivas, táctiles y menos gustativas.
EL Turismo Sensorial no logró posicionarse en el momento de su postulación no porque carecería de sustento sino porque a nuestro juicio apareció cuando otras modalidades también aparecían y conseguían mejor aceptación del público.
En la actualidad el Turismo de Bienestar o Wellness tiene aspectos que involucran la temática sensorial en gran medida.
Sin embargo, por ahora no queremos destacar los elementos propios del Turismo de Bienestar sino de las posibilidades sensoriales que puede ofrecer un viaje al interior de un bosque o un espacio natural.
En muchas definiciones que se han propuesto sobre el Turismo Sensorial se ha destacado precisamente que se trata de una experiencia que implica los sentidos y con ellos la formación de impresiones tanto físicas como espirituales/intelectuales. El frio extremo de un lugar o el calor sofocante de otro, la pureza del aire, la inmensidad un paisaje, se viven durante la experiencia turística y su recuerdo posterior se recrea muchísimas veces ante otros estímulos que gatillan esos recuerdos.
Puede suceder que todas las impresiones sensoriales no impactan de la misma forma a todos los individuos. Hemos visto turistas que en medio del bosque se quejan del calor, de la lluvia, del fango de los senderos, hasta de la ausencia de luz para quienes quieren fotografías perfectas. Entonces, decir que los sentidos permiten disfrutar de un tour o una excursión es una expresión falsa e incompleta. Lo que sucede es que la anticipación de algunas contingencias permite adaptar los impactos “negativos” de un tour. En términos más sencillos: advertir a un turista que está prevista lluvia durante todo el día lo previene para que tome recaudos como llevar impermeable, descartar muchas fotografías, tener ropa seca de repuesto, etc. Lo mismo ocurre con anticipar la presencia de los incómodos mosquitos o como recomendar zapatos apropiados para largas caminatas o fango que muchas veces se queda para siempre en los calcetines y los pantalones porque por más que se los lave, la impronta de ciertos minerales sobre la tela no tiene solución.
Una vez predispuesto el turista a esos “inconvenientes” queda simplemente la apertura sensorial, es decir, usar todos los sentidos durante el paseo para de alguna forma vivirlos con intensidad, los olores del bosque, de la tierra mojada, de flores y frutos, la tersura o aspereza de las hojas, el sonido de la lluvia impactando los árboles, la caída de agua en una cascada o el rugido de un rio lleno después de una tormenta, el canto de aves y sonidos propios de ranas y sapos y con suerte, en una noche de estancia en medio de la selva, el rugido de un felino grande, todos son experiencias sensoriales que quedaran unas más que otras en la memoria. Tanto se dice en estos tiempos de tecnología que entre sus virtudes está la capacidad de reproducir eventos, espectáculos o entrevistas las veces que uno quiera porque están grabadas y solo basta tocar el “play”; no dudo que muchos de nosotros también tenemos una tecla que nos permite recrear las experiencias de un viaje y bastará ver una foto, oír un sonido, oler un perfume, tocar una planta o incluso comer algo que nos transportará de nuevo a aquel viaje vivido plenamente y que quedó guardado en la memoria.
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